Relojería de invierno
Hoy es el día
- suspira –
Deja que mi mano silencie con un dedo
los labios que prefiero mantener
pegados a los míos.
Espera, aún no.
Quédate así un poco más.
Con este silencio, no hay nada de que hablar;
cierra los ojos lentamente como las persianas
que bajamos, lejos,
imaginando la nieve que nunca iba a caer.
Me quedaría así para siempre,
lentamente,
y ni mil años saciarían mi deseo
de continuar los dos como si de una se tratara.
Los Relojes se resquebrajan cuando los miro
porque no existe la paciencia
a la hora de verte en mi piel,
de sentirte a ti en mí.
Deja el silencio en paz, y que la oscuridad
nos envuelva
con sorpresa,
como si de una única luz en el mundo se tratara,
la mas bella,
que las agujas de los Relojes que evito
renunciaran a sus pasos porqué el camino es eterno
y necesitan descansar.
Las compañías se quedan quietas, todo se desvanece en el intervalo de tiempo
que solamente existe en mi conciencia,
contigo.
Un segundo; un sonido.
Una ilusión.
Es en ese instante cuando yo empiezo a vivir.
Y es cuando acaba,
que muero otra vez.
Entonces,
ResponderEliminarSi los relojes no avanzan
y sois un solo ser.
¿Cómo puedo medir yo, que soy tiempo,
la paciencia y desconsuelo,
la frescura que os invade?
Pido que mantengáis los ojos abiertos
y las orejas al acecho
porque vuestro anhelo de eternidad
solo las ajugas pueden plasmarlo.
E inlcuso, si no pudiesen;
siempre os quedaría desearos hasta que las nubes
dejaran de tener formas inexplicables
o hasta que pudieras proncunciar
que no puedes ser tu; sin ella.
Entonces,
¿Es por eso que te preguntas
cómo se sentirá - a veces - cuando la besas?
Seguro que le gustaría ser tu.
Para comprender que cada segundo de espera
es más corto y a la vez más largo
de lo que, sin esperarlo, deseas.
(Espero que entiendas mis preguntas)
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