La fiera

Mi patria baldía marcha en pena;
los amigos se van,
nadie se queda.
Las gentes gritan ¡gritan!
pero la arena aún quema
roja de sangre
y amarilla la tierra;
todos se fueron
nadie se queda.

El frío viento rodea la estepa:
el hombre y el lobo chocan,
pero la fiera espera
paciente en su madriguera;
unos se matan
mientras ella aguarda
a que acabe la pelea;
todos se fueron,
nadie se queda.

Los primeros muestran su bandera;
las rocas crujen,
los bosques arden 
y esperan su sentencia,
los lobos pierden su firmeza:
clavan sus colmillos 
sobre la carne fresca;
todos se fueron,
nadie se queda.

Pero la fiera no se cansa
y la hora se acerca.
De la sangre del lobo
y la gente se alimenta,
las lágrimas le llenan de vida
y un águila olvidada
regresa a sus cabezas;
todos la odian
y repudian su presencia,
pero para esto esta la fiera;
todos se fueron,
nadie se queda

El silencio es abrupto,
ya no hay oro 
en las banderas
ni estrellas en el cielo
o bordadas en la tela.
La estepa solitaria
me deja;
la razón no existe,
se marchitan las ideas:
la gente murió,
el lobo se fue,
la fiera se queda.

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